Era una mañana más en California, con su sol ya brillando
desde las primeras horas del día. Puede que fuese otoño desde hacia apenas unas
semanas, pero allí nunca se notaba hasta bien entrado el invierno. Una niña…
Bueno, que digo una niña. Una adolescente, con sus 16 cumplidos desde hacia dos
meses. Caminaba por la playa, con sus habituales pies desnudos y su larga
cabellera rojiza ondeando al viento. Se detuvo a contemplar las olas mientras
el sol ascendía cada vez más. El mar estaba totalmente tranquilo, sereno,
apaciguado…En todos los sinónimos posibles aquel mar era paz.
-¡Dahlia! –La muchacha tardo mucho en darse cuenta de que
gritaban su nombre, pero al darse por enterada reacciono con rapidez y se
dirigió corriendo al punto de donde procedían los gritos.
-¡Hey! – Era su amigo Mike, su siempre atento amigo Mike.
-¿Sabes que ya llegamos tarde a primera hora?- parecía
irritado, pero no enfadado. Por alguna extraña razón que Dahlia desconocía,
Mike nunca se habia enfadado con ella.
-Oh, lo siento. Aun no me acostumbro a…Ya sabes, dejar de
venir aquí. Dahlia se había pasado casi la mayor parte del verano en la playa,
absorta en sus libros. Sin apenas quedar con nadie que no fuese Mike.
-No te preocupes, así luego puedo hacerme el guay delante de
los chicos- Dahlia soltó una carcajada, el siempre la hacia reír con sus
habituales bromas.
-Vale señor guay- Dahlia acabo de subir las escaleras que
separaban el paseo de la playa, y se dirigió a la moto de Mike.
-¿Va a osar la señorita Evergoof a subir a mi moto? –La
muchacha le dirigió una mirada seca ante aquella pregunta sarcástica, y subió a
la moto de un salto.
-Oh…He osado- Esta vez fue Mike quien rió
-Muy bien mi pequeña saltamontes, aprendes rápido- Ella
asintió poniendo cara de buena chica, pero al ver que el muchacho encendía el
motor le asistió un golpe seco en el hombro
-Auh…-Mike se volvió rápidamente al recibir el golpe,
poniendo cara de pocos amigos
-Mi casco –Dijo ella- no pienso ir en esta maquina mortal
sin el.
Mike le tendió su casco y ella se lo coloco con delicadeza.
Luego contemplo a Mike, el cual por lo visto no tenía ninguna intención de
cubrir su cabeza.
-Tu casco, ¿no te lo pones? –pregunto con sequedad
-Soy un malote Dahlia, no necesito casco- el se echo a reir
de su propia broma, pero ella no.
-Arranca el motor antes de que te vuelva a pegar anda- Mike
asintió sonriendo, y con un estruendoso sonido arranco el motor.
-Agarrate chica del mar- Dahlia medio sonrio, y se agarro
con fuerza a la cintura de Mike. Este arranco con rapidez, y en menos de unos
minutos se encontraban ya lejos de la playa, dejando un sonido ensordecedor por
donde pasaban.
-¡Corre date prisa, o podremos dar segunda hora también por
perdida!- Ascendían rápidamente las escaleras de su no muy conocido instituto
publico Bruma Bay. Mike Tiraba de Dahlia ya por los pasillos, estaban muy cerca
de la puerta de su aula cuando la señorita Lucians salio a su paso. La señorita
Lucians siempre había intimidado a Dahlia. Con aquellas facciones estiradas y
una mirada realmente repelente con sus ojos plateados que reflejaban su pelo
largo ya carcomido totalmente por las canas.
La señorita Lucians paso su típica mirada despectiva por
ellos y finalmente dijo
-Pero sin son mis dos relojes favoritos- Dahlia odiaba a esa
mujer, siempre con su voz irritante y su particular manía de poner motes
despectivos a todos los alumnos. Mike avanzo colocándose frente a la señorita
Lucians, con esos ojos que siempre ponía para disculparse.
-Por favor déjenos entrar, apenas llegamos dos minutos
tardes.
-De la segunda hora- repuso ella con su voz irritante.
-Por favor…- repitió este.
La señorita Lucians paseo su mirada por ellos, y casi sin
mover ni un milímetro su expresión contesto
-No, ireis a la biblioteca y os asegurareis de que este bien
limpia- Dahlia resoplo, aquella mujer era imposible.
-¿Algún problema señorita Evergoof?
-Ninguno, señora- Dahlia se encargo de que la palabra
“señora” sonase con bastante énfasis. Y la señorita Lucians reacciono al
instante pidiéndoles a gritos que saliesen de allí.